Academia Rada

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01 de Enero de 1970

¿Cuál es el mejor de todos? ¿Son unos malos y otros buenos? ¿Podemos o debemos cambiar nuestro modelo?

Os dejamos este interesante artículo de una Profesora adjunta en la Universidad Internacional de La Rioja en el que hace una curiosa clasificación

El profesor puede ser, fundamentalmente, positivo o negativo ante los progresos de sus alumnos. Nuestro centro está integrado por un equipo académico profesional y especialistas titulados en las asignaturas que imparten y que se preocupan, no sólo de que nuestro alumnado aprenda y apruebe, sino también que consigan seguridad en sí mismos y la tranquilidad necesaria para afrontar sus exámenes.

De forma genérica, se pueden reconocer tres tipos de docentes:

Los pasotas: que no exigen nada ni se exigen nada a ellos mismos, conllevando un aprendizaje nulo. Podrían estar en cualquier otro trabajo, sería lo mismo, no presentan motivación ni vocación.

Los superiores: que exigen mucho, aunque ellos no se esfuerzan, suponiendo un aprendizaje negativo, pues su falta de interés y su poca implicación dan lugar a una cantidad de suspensos elevada y a una inevitable frustración. Muchos de estos docentes, incluso, identifican un mayor número de suspensos con un mayor prestigio de la asignatura. A menudo, en sus exámenes se pueden encontrar cuestiones no explicadas y preguntas inesperadas o planteadas de un modo extraño.

Los exigentes: que exigen a sus estudiantes pero también se exigen mucho a ellos mismos. Se podría decir que en esta intersección de iguales es donde la verdadera enseñanza y aprendizaje tienen lugar. Hay que tener cuidado de no desembocar en una exigencia exagerada, ni con los alumnos ni con nosotros mismos.

Además de la anterior clasificación, que se presenta como básica, existen más posibilidades, teniendo en cuenta otros aspectos:

Profesor presentador: en sus clases solo habla él, son clases magistrales y expositivas. Suele coincidir con el perfil de profesor controlador, poco propenso a promover las preguntas o las intervenciones de los estudiantes. Desea dar su explicación y abandonar el aula. Suele llevar emparejada una inclinación hacia los exámenes finales y hacia una evaluación sumativa.

Profesor tecnológico: las nuevas tecnologías son la base de su metodología. Aprovecha la evaluación y los cuestionarios online para poder hacer un seguimiento de los avances y la comprensión de sus alumnos. Igualmente, fomenta la autonomía de sus estudiantes por medio de recursos digitales.

Profesor interactivo: el trabajo en grupos cooperativos es fundamental en su metodología. La coevaluación y la autoevaluación están presentes como parte de su planteamiento docente. Puede promover el trabajo por proyectos, entre otras posibilidades colaborativas.

• Profesor social: conecta sus clases con la actualidad, buscando la formación global de su alumnado. Los debates, la lluvia de ideas, el pensamiento crítico o el aprendizaje-serviciotienen cabida en su metodología. Lleva noticias a su aula, interesado en la formación cívica, empática, solidaria y reflexiva de sus estudiantes.

Profesor innovador: emplea nuevas metodologías en el aula. Otorga gran importancia al empoderamiento de sus alumnos, con metodologías activas que sitúan al estudiante como protagonista de su propio aprendizaje. Busca sorprender en cada clase, variar y desarrollar en los alumnos competencias de organización y adaptación. En exceso, puede llegar a provocar estrés en los estudiantes, por resultar caótico o parecer descontrolado con sus constantes cambios.

Profesor distante: no desea crear ningún tipo de vínculo afectivo con los alumnos. Relacionado con el profesor presentador. Sin interés, únicamente acude a hacer su trabajo. Contagia su apatía e indiferencia a los estudiantes.

Profesor amigo: se muestra como colega, se preocupa más por la formación personal de los alumnos que por los contenidos. Desea dejar huella en sus estudiantes, ayudarles a formarse para la vida. Relacionado con el profesor social.

Profesor obediente: cumple al cien por cien con las normas indicadas en el currículum y en las leyes. Sigue el modelo y la programación que se le indica a raja tabla. No hay adaptación a los alumnos ni a las circunstancias concretas del contexto educativo en el que se halla inmerso. No contempla la posibilidad de saltarse el guión. Cualquier variación puede suponer una fuente de estrés.

Profesor apasionado: profesor que ama su trabajo, a veces hasta la obsesión, desea ayudar a sus estudiantes en todos los ámbitos. Volcado un 200% con su profesión, que es su vida. Debe controlar un posible exceso de implicación personal.

A todo esto hay que añadir que el profesor puede ser, fundamentalmente, positivo o negativo ante los progresos de sus alumnos. Como se suele decir, probablemente ningún extremo es bueno. La virtud está en el punto medio: realismo con un toque de positivismo.

¿Y cuál es el mejor de todos? ¿Son unos malos y otros buenos? ¿Te ves reflejado en alguno de ellos? ¿De cuál nos hemos olvidado? ¿Podemos o debemos cambiar nuestro modelo? Personalmente creo que, como ya se indicaba en el caso de las metodologías, salvo excepciones obvias, no hay ninguno que sea bueno o malo por definición, dependerá del profesor, de los alumnos y del contexto de enseñanza y aprendizaje concreto.

Si tuviese que definir al profesor ideal, lo definiría como el profesor adaptativo, capaz de adaptarse a las circunstancias de sus estudiantes y a los recursos de los que dispone. Capaz de adaptarse, sobreponerse y superar las adversidades diarias, por ejemplo, cuando llega a clase y todo lo que tenía preparado para su pizarra digital no funciona, o se ha caído internet, o quiere hacer grupos y hay siete alumnos menos en el aula, o tiene menos tiempo porque el profesor anterior no acabó a su hora. El docente perfecto debe ser un gran observador, capaz de adaptar el ritmo de la clase y las actividades a las necesidades que vaya notando en el transcurso de la sesión, teniendo un plan b y un plan c, con ingenio e imaginación, debe ser creativo y resolutivo. El profesor ideal es el que se mantiene al día de las innovaciones educativas y de las nuevas metodologías, pero incorporándolas únicamente cuando realmente tienen cabida y sentido, formándose constantemente, deseoso de aprender de sus compañeros y de sus alumnos y de colaborar y compartir con ellos sus ideas. Es el docente que se esfuerza, el que da lo mejor de sí mismo, hace reflexionar a los estudiantes, despierta su curiosidad y les ayuda a construir su propio conocimiento y a defender sus opiniones, haciéndoles también capaces de reconocer sus errores y de poder cambiar de parecer. Es empático, forma alumnos solidarios y vinculados al mundo en el que viven, conocedores de las competencias digitales y con interés por el aprendizaje.