Academia Rada

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01 de Enero de 1970

El sistema para aprender cualquier cosa (sí, cualquiera) en cuatro semanas.

Hoy comenzamos el día con una buena noticia: solo necesita 20 horas en total para ser razonablemente hábil en cualquiera de esos campos. 

Entre el trabajo, las horas que pasamos en el transporte, el cuidado de los hijos, las tareas domésticas... ¿Cuánto tiempo le queda al día para aprender cosas nuevas? ¿Hace cuántos años que se propuso aprender a tocar la guitarra, a chapurrear alemán, a hacer esferificaciones en la cocina o a bailar claqué?

Tenemos una buena noticia: solo necesita 20 horas en total para ser razonablemente hábil en cualquiera de esos campos. Y si no sabe de dónde sacar esa cantidad de tiempo, Benjamin Franklin nos dejó en herencia el secreto para encajar las sesiones que necesita en una agenda apretada como la suya.

La curva de aprendizaje se hace más plana a partir de las primeras 20 horas.

Lo primero que debe aceptar es que probablemente no vaya a convertirse en un experto: no va a dar conciertos de guitarra en el Teatro Real ni a emplearse como intérprete de chino, pero sí adquirirá los conocimientos necesarios para defenderse. En 20 horas podrá situarse en un punto suficientemente alto de la curva de aprendizaje, el diagrama que ya en 1885 definió el filósofo y psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus y que hoy se utiliza, entre otras cosas, para evaluar procesos de productividad y de calidad en el ámbito empresarial. Consiste en el cruce de dos variables: el nivel de conocimiento de una materia y el tiempo que se dedica a su aprendizaje.

Según explica el escritor y conferenciante Josh Kauffman en su bestseller The first 20 hours. How to learn anything fast (Las primeras 20 horas. Cómo aprender cualquier cosa rápidamente), como se puede ver en la curva —junto a estas líneas—, hay un periodo inicial en el que se adquiere la mayoría de los conocimientos de una materia. A partir de ahí, el tiempo que se dedique a esta actividad será de perfeccionamiento, pero la mejoría será apenas imperceptible. Para Kauffman ese tiempo de escalada no son más de 20 horas.

Pero, ¿de dónde sacarlas y cómo distribuirlas? El político, periodista e inventor Benjamin Franklin usaba un método que también aplican muchas de las personas con éxito, según el análisis que ha hecho Michael Simmons, autor de bestsellers como The Student Success Manifesto (el manifiesto del éxito estudiantil) y escritor para cabeceras como Forbes, Fortune y Time. Simmons ha encontrado un patrón que se repite y al que ha llamado "la regla de las cinco horas". Franklin, asegura, solía arreglárselas para dedicar al menos una hora al día de lunes a viernes a aprender algo.

El inventor estadounidense solo pasó tres años en la escuela, sin embargo leía y escribía, se proponía metas de crecimiento personal y registraba sus resultados, convertía sus ideas en experimentos y se hacía preguntas reflexivas. El día que dedicaba una hora a estas actividades "lograba llevar a cabo menos tareas", explica Simmons, "sin embargo, a largo plazo, resultó sin duda la mejor inversión de tiempo que pudo haber hecho".

"Cuantas más cosas nuevas aprendamos, menos nos acomodaremos y más podremos crecer personal y profesionalmente", explica Gemma Ramírez, coach profesional. "Yo recomiendo dedicar al menos una hora al día a nosotros mismos para, por ejemplo, organizarnos las tareas que vamos a hacer, para que broten ideas nuevas, y para leer o ver vídeos que nos inspiren. Una vez escuché esta frase: 'Las respuestas a lo que no sabemos están en los libros que nos faltan por leer'. Y no puedo estar más de acuerdo con ella".